En los últimos días se están escribiendo comentarios en este blog que me han preocupado bastante, polémicas por cambio de una banda en una Cofradía, hermanos descontentos con una determinada junta de gobierno que utilizan las redes sociales para manifestar los supuestos errores en la gestión de su mandato, o cofrades que se lanzan en tromba a insultar a los simpatizantes de un grupo político por unos abucheos de los que no hay ninguna constancia documental.
Esta bien comentar las entradas y noticias que se publican en este blog (desde aquí mi agradecimiento), eso sí, con respeto y sin faltar a la verdad.
Estoy convencido de que no es el camino. Y no porque yo lo diga, sino porque la Historia nos lo demuestra y porque esta forma de comportarse va en contra de la esencia de las cofradías, que nacieron para explicar de una forma hermosa y plástica los misterios de la Pasión de Jesucristo. Las cofradías nacieron para crear belleza, a través de la cual conseguir en los fieles una emoción que les acercara a Dios. Y aquí están, aquí estamos, unos cientos de años después, precisamente porque hemos sido capaces de crear belleza. Tallas, bordados, orfebrería, cera, poesías, saetas, aromas a incienso, azahar… Eso, queridos hermanos cofrades, es lo nuestro. Tenemos belleza para regalar, ¿por qué no usar las redes sociales para transmitirla, para fomentarla? Tenemos una maravillosa herencia, un patrimonio tanto material como emocional. Enseñemos nuestras imágenes, nuestros cultos. Mostremos satisfechos las calles llenas de gente congregada para ver a nuestros Titulares. Difundamos nuestra obra social. Y no caigamos en la tentación de entrar en polémicas estériles e impopulares.
Desde la piscina de barro pueden intentar salpicarnos, pero no podemos olvidar que si entramos en la piscina para devolver el agravio, acabaremos manchados. Y no podremos evitar que parte de ese lodo se quede permanentemente en nosotros. Al enzarzarnos en las redes sociales con personas a las que no les importa exponerse, nosotros también quedamos expuestos. Y nuestros errores también. Y al tipo de gente que disfruta con la mala baba, a esa gente que alienta los comentarios maliciosos, los insultos y la falta de diálogo, no les importa si el error fue intencionado o no.
A diferencia de muchas y muchos de los que calientan las redes con sus comentarios en redes de otras temáticas -fútbol, prensa rosa, etc.- las cofradías tenemos ante quién responder por nuestros errores. Ante nuestros Titulares los primeros. Y también cómo no, ante la Autoridad Eclesiástica. A quienes no les gusta nada la mala prensa.
No me cabe duda porque hay antecedentes tanto en esta como en ciudades de nuestro entorno de que, si lo considera oportuno, la Autoridad Eclesiástica terciará en cualquier polémica que se salga de tono y las consecuencias pueden no gustarnos. Candidatos a Presidente vetados, juntas gestoras y otras intervenciones que las cofradías, como parte de la iglesia que somos, tendremos que acatar pero que, seamos realistas, pueden significar el fin de una cofradía, sobre todo en nuestro pueblo donde aún no tenemos toda la implantación social que nos gustaría y donde el avance de una cofradía requiere trabajo muy duro y un poco de ‘locura’ para soñar con nuevos proyectos y ejecutarlos, dos condiciones que a priori no son lo que se espera de un equipo que recibe el encargo de regir una Hermandad a la que no le unen lazos emocionales.
SMCE
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