Llámenlos cansinos, incansables, pesados o como quieran, porque una vez acabada la Semana Santa, la religiosidad popular más pura se pone en marcha. Me refiero a las Glorias que inundan casi cada fin de semana de Mayo y Junio, hasta que llega el Corpus, las calles de nuestro pueblo. Casi cada fin de semana tras la Semana Santa, una procesión, San Isidro, Traslados y procesiones de la Virgen de las Cruces, etc...y aún queda la Virgen de la Cabeza la semana después del Corpus, la Virgen del Carmen, en Julio. La Paz abrió el ciclo en el pasado mes de Enero.
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| Virgen del Carmen, Daimiel. Foto: Daimiel Noticias |
Si no las conocen, hagan por conocerlas. Verán que sorpresa se van a llevar.
Las Hermandades de Gloria son auténticos tesoros que pasan desapercibidos (o quizás mirados de soslayo) para un amplio número de cofrades. Son los “hermanos pobres” de todo el orbe cofradiero. Y nada más lejos de la realidad.
Con unos presupuestos paupérrimos y unos censos de hermanos bastante esqueléticos, estas hermandades realizan el tremendo esfuerzo cada año de celebrar unos dignísimos cultos, salir en procesión y atender alguna que otra obra asistencial. Sin la fuerza social que tienen las de penitencia.. Pero quizás -y esto sí que es bueno- con la limpia devoción de los suyos, de los más allegados, de los de su feligresía. Las vírgenes gloriosas mantienen viva esa fe cercana de sus vecinos. Miren sus filas en las procesiones, niños y abuelas: pasado y futuro, todo en el mismo cortejo de unos pocos de metros.
Les invito a que las conozcan si aún las miran desde cierta distancia. Y que si tienen ocasión las visiten. Y si aún les quedan ganas, que se acerquen internamente a ellas y echen una mano. Descubrirán todo un universo donde nada es lo que parece, en el que el presidente aprieta tornillos; el hace tesorero auténtica ingeniería financiera con los escasos ingresos; y el secretario escribe las comunicaciones en su propio trabajo, aprovechándose del tóner ajeno para imprimir las cartas. Supervivencia. Auténtica supervivencia.
| Virgen de la Cabeza, Daimiel |
Hay quien piensa que la mayoría de las escasas hermandades y cofradías de gloria que quedan en nuestro pueblo, muchas de extraordinaria antigüedad, languidecen en nuestros días y se enfrentan a un futuro bastante incierto y hacia una segura desaparición a corto plazo, si no surge de alguna parte un impulso que las levante de su postración.
Su recuperación debe pasar, en primer lugar, por una toma de conciencia de su propia identidad, evitando convertirse en un sucedáneo de las cofradías de Semana Santa que les haría perder su espíritu y autenticidad, en muchos casos deberían plantearse la fusión o unión con alguna cofradía de penitencia que radique en el mismo templo, y esta la haga resurgir, haciendo que participen más hermanos.
Pero en fin, seamos optimistas: de momento todavía podemos disfrutar de las procesiones de la Virgen de las Cruces, cuando vuelva a llegar Septiembre. Así, pese a los malos augurios, pensemos que todavía estamos a tiempo de salvar una parte irrecuperable de la historia de nuestro pueblo.

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