Así es el método que utiliza para llevar la psicología a lo material el reconocido imaginero Darío Fernández Parra: meterse en el papel del representado, imaginar el dolor no sólo físico sino también psicológico.
Darío reconoce que la morfología de sus dolorosas depende en gran medida de la petición que realicen las hermandades: pueden pedirle un rostro hermoso y un dolor más atenuado, más dulce como la Esperanza de la Trinidad o un dolor más intenso, como el de la Estrella.
También depende del origen. “En Castilla rara vez te piden una dolorosa donde prime la belleza, y en Andalucía hay más variedad”. Desde la época de Trento por indicación de la Iglesia los artistas fueron rechazando la representación de la Virgen rota de dolor, o desmayada: el pasmo. Darío es heredero de esa tradición: “Es una imagen sagrada y la divinidad debe aparecer. El dolor debe estar idealizado”.
(Imagen de una Virgen de la Soledad realizada para un particular obra de este joven escultor.)

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