Algunos apuntes sobre la vida del escultor Francisco de Pablo, autor de la Verónica y de la Virgen de los Dolores.
| D. Fco. de Pablo |
Francisco Pablo Panach, nació en Valencia, el 17 de julio de 1877 y fue bautizado en la Iglesia del Salvador (Libro de Bautismos del año 1877, fol.70) con el nombre de Francisco Antonio. El 30 de Abril de 1908 contrae matrimonio con Cipriana Iserte Romero, natural de Caudiel (Castellón) en la iglesia parroquial de San Martín de la ciudad de Valencia. Fruto de este enlace nació su única hija, María del Carmen. El 5 de Junio de 1948 fallece Cipriana y un mes más tarde, tal vez por el dolor de la ausencia, fallece nuestro escultor, el 18 de Julio de 1948.
Su vida es casi un misterio, pues es muy difícil encontrar datos sobre él. D. Juan Antonio López Pereira es un cura de Toledo y párroco de la localidad de Miguel Esteban (Toledo) que en su tiempo libre se dedica a investigar sobre historia y arte y tras muchos años, ha conseguido algunos datos sobre este gran escultor. Esta investigación le fue bastante difícil porque Francisco Pablo es un escultor prácticamente olvidado.
En el año 2004 logra ponerse en contacto con una sobrina-nieta del escultor valenciano, Dña. Carmen de Pedro y de Pablo y a partir de ahí, lograr sacar a la luz datos que no había encontrado en ningún archivo hasta el momento. Doña Carmen cuenta que Francisco Pablo comienza su formación artística con Punsoda y Cuesta. Este Cuesta, puede ser Francisco Cuesta López, natural de Ayora (Valencia), que junto a su hermano Inocencio, fueron prolíficos imagineros de posguerra, pero de los que no se tienen más datos. Tan sólo sabemos que Francisco Cuesta regentó un taller en el número 1 de la Calle Músico Gómis de Valencia.
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| Virgen de los Dolores de la Cofradía de "los blancos" también es de Fco. de Pablo. |
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La imagen de la Verónica de Daimiel tallada en 1942 por Francisco de Pablo
para la Cofradía de "los moraos" |
Cuando Francisco Pablo se establece por su cuenta, instala su taller en la Calle Alboraya, 36 de Valencia.
Fue premiado con la medalla de Oro en las exposiciones de Bellas Artes, de Valencia en 1910 y de Madrid en 1911. En el mencionado taller tuvo como discípulo, desde joven a Arturo Bayarri Ferriol mientras completaba su formación académica. Este, según se ha podido saber, llegó a ser profesor de dibujo titulado en un instituto de la provincia de Huesca. Y al parecer, se quedó con el taller al jubilarse Francisco Pablo.
Cuando Bayarri se independiza instala su taller junto al igualmente escultor Francisco Gil Andrés en la calle Caballeros 12. Pero a partir de la postguerra se establecen junto a Francisco en Alboraya 36, manteniendo abiertos a la vez ambos estudios.
Francisco Pablo fallece en el año 1948 a los 71 años de edad. No tenemos constancia de cuando realizó su última obra ni cuando se jubiló oficialmente. Documentalmente su último trabajo presentado ante la Comisión Diocesana de Arte Sacro data de 1944. Al año siguiente, 1945, aparece Bayarri firmando sus bocetos, en la dirección de la Calle Alboraya 36. A pesar de existir expedientes anteriores a esa fecha en el mismo taller, queda la duda de saber si trabajaron a la vez en el mismo lugar o es una asignación mecánica dada a cada ficha de este artista.
Analizando su obra, podemos definir el estilo como clásico y devocional, dentro de la tradición barroca de la escuela valenciana predominante en aquellos años. Aunque pueda aparentar ser una obra de estilo barroco, no deja de tener ligeros rasgos del neoclasicismo, dando a sus líneas y formas una suavidad y elegancia, lejos de las formas exageradas del barroco español de los siglos XVII Y XVIII.
Francisco Pablo trabajó antes y después de la Guerra Civil Española, por lo que pudo ser decisivo a la hora de crear un estilo escultórico dentro de las jóvenes promesas del momento. Recordemos que después de la contienda, las iglesias quedaron muy dañadas, perdiendo en ocasiones, todo su patrimonio artístico. Con lo cual los encargos para restaurar esa imaginería desbordaba a los talleres de arte sacro existentes, surgiendo así nuevos talleres...
“Esta demanda de producción, dio lugar a un estilo propio y particular en Valencia, concretándose tanto en el diseño y hábil manejo de la gubia y la madera, como en la decoración en dorados y policromados. Muchos de ellos se formaron en la Escuela de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.
De esta manera Valencia pudo ser pionera en esos años, de rechazar toda imagen o escultura hecha en escayola, o pastas de madera sintéticas que se comercializan y que indudablemente rebaja la calidad escultórica y el mérito artístico. Tanto es así que el Arzobispado valenciano estableció una comisión de arte sacro, ante la cual se debían presentar por parte de los promotores (parroquias, cofradías, órdenes religiosas…) los bocetos o proyectos firmados por los escultores y este organismo aprobaba o rechazaba aquellos bocetos que no se ajustaban a la calidad artística determinada. “(sic)
Según los datos aportados D. Juan Antonio López Pereira “el valor artístico de Francisco Pablo hemos de situarlo en el contexto en el que se desarrolló su obra, como la de muchos otros artistas semejantes a él, que si bien no marcaron una corriente diferenciadora o rompedora, sí contribuyeron a mantener y transmitir un oficio y estilo artístico en un mundo donde la industrialización y la productividad hacían mella en la imaginería religiosa. Ante todo hemos de destacar el empleo de la madera como material noble y tradicional en la escultura religiosa, así como el policromado y estofado en hoja de oro, pues ya desde finales del siglo XIX comenzaron a funcionar los talleres de imágenes religiosas de Olot (Gerona) en pasta de madera o escayola y de manera seriada e industrializada. En estos años, en los talleres de los escultores valencianos pocas máquinas intervenían en la realización de la talla de madera. Por lo que no podemos pensar que su producción era de manera industrial y en serie, por tanto hemos de apreciar en su justa medida la importancia de esta característica. Otro aspecto a tener en cuenta es que la obra de Francisco Pablo no es muy conocida o muy extensa, en primer lugar porque no vivió muchos años después de la Guerra, por lo que sus obras quedaron ensombrecidas por las de otros artistas posteriores con más trayectoria en el tiempo. Y segundo lugar, porque quizá trabajaba de manera artesanal sin prisas y el taller funcionaba de forma tradicional, donde el maestro escultor era ayudado por unos pocos aprendices, y la producción era esmerada, limitada y lenta. Donde cada obra es diseñada de manera particular y exclusiva, aunque luego el estilo del escultor sea algo invariable y se reconozca rápidamente en cada una de sus obras. Sin embargo otros talleres valencianos más conocidos, ante la demanda ocasionada por la destrucción de iglesias durante la Guerra Civil, funcionaron con una mentalidad más industrial y comercial; organizándose empresas o compañías donde trabajaban diversos escultores de manera anónima bajo la dirección y firma de un escultor o empresario. Por ese motivo pudieron multiplicar la producción sin dejar de usar la calidad artística de la madera. Este es el caso de José Rabasa, de cuyo taller salieron infinidad de imágenes para el mundo entero, creyéndose hoy día que José Rabasa es el autor de todas ellas, cuando lo cierto es que Rabasa no cogió en su vida una gubia, ya que no era escultor sino banquero, y que tras la Guerra, con una visión empresarial muy hábil, constituyó con su cuñado Antonio Royo esta empresa comercial. Ellos daban nombre al taller y afloraban sus apellidos dando fama a las obras, pero la realidad era otra, un grupo de buenos escultores eran los que verdaderamente trabajaban, quedando sus nombres en el anonimato. Eran tiempos de carestía económica y de estrecheces de todo tipo. Por tanto Rabasa y Royo eran intermediarios de un grupo de artistas valencianos que, encerrados en sus talleres depositaban su confianza en su gestión sobre el destino de sus imágenes cuyo encargo aceptaban con la sugerencia de que fueran entregadas sin firmar. Semejante es el caso del escultor Pío Mollar o José Mª Ponsoda, que ante la incesante demanda de imaginería en la posguerra, amplían su negocio de la misma manera, contratando personal cualificado en el arte de la escultura, la policromía, el estofado, etc. de igual forma funcionaron otras empresas o comercios conocidos de Madrid en la calle Bordadores y alrededores. De tal modo podemos asegurar, que Francisco Pablo no trabajó de esta manera empresarial. Sino que formalizó sus contratos y encargos directamente con sus clientes”
San Jerónimo. Parroquia San Antonio Abad. 1940
Sagrado Corazón. Convento de San Gregorio.1940
Santa Elena y San Antonio. Parroquia de la Santa Cruz. 1941
Virgen del Rosario. Monasterio de Franciscanas de la Stma. Trinidad. 1944
Virgen del Carmen. Iglesia de los PP. Carmelitas. C/Alboraya
Sta. Teresa. Religiosas de San José y Santa Teresa.
Sagrado Corazón de Jesús. Iglesia de San Juan de la Cruz
Dolorosa. Parroquia de San Vicente. Benimamet (Valencia) 1940
Cristo de la Luz. Parroquia Salud de Nuestra Señora. Chirivella (Valencia)
Virgen de los Dolores. Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora. Biar (Alicante. Diócesis de Valencia) 1943.
La Verónica. León. 1926
Jesús Nazareno. Patrón de la localidad de Villatobas (Toledo) 1939
La Verónica. Daimiel (Ciudad Real) 1942
Virgen de la Soledad y Oración del Huerto. Calzada de Calatrava (Ciudad Real) 1941 y 1943 respectivamente
Virgen de la Luna. Villanueva de Córdoba (Córdoba) 1948
Cristo Yacente. Burriana (Castellón)
Santa Teresa y Virgen del Carmen. Carmelitas de Caudiel (Castellón)
Virgen del Carmen. Carmelitas de Caravaca (Murcia)
Virgen Dolorosa. Daimiel (Ciudad Real)

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